Gracias a su ubicación, Can Puig goza de una paz y tranquilidad que parecen materializarse. En las frías y silenciosas noches de invierno, regozijado dentro del nórdico, el descanso es largo y absoluto hasta que el canto del ruiseñor te ofrece el despertar del nuevo día. En las cálidas noches de verano, el goze es dormirse acompañado del cantar de algunos pájaros nocturnos y el croar de alguna rana para entrar en un sueño profundo.
Despertarse y contemplar desde la ventana las primeras luces del amanecer y llenarse al mismo tiempo de este aire de la pureza del Montseny, repleto de las aromas de sus campos y de sus bosques, de los pinos, de los castaños, de las encinas, de los robles... no tiene precio.
La masía dispone de 3 habitaciones dobles, un triple y una individual. Todas ellas disponen de calefacción y baño con ducha.